Al otro lado...

Atravesando los Apeninos se llega a la otra costa, al Adriático, y allí es donde fuimos a pasar unos días invitados por una amiga muy maja que a parte de hacernos de guía turística nos dejó una casa recién reformada a dos pasos de la playa para que controláramos que todo funcionaba correctamente :D

En concreto estuvimos en Cupra Marttima, un pueblo de turismo tradicional que aún conserva el encanto de las playas libres, los paseos en bicicleta y las callejuelas de piedra en la parte medieval con su castillo y todo.
Además de las excursiones en bici por la playa y por los frondosos montes vecinos, nos hemos dedicado fundamentalentalmente a vaguear en la playa y a comer, entre otras cosas las famosas olivas ascolanas, especialidad de la provincia de le Marche, unas olivas rellenas de carne, rebozadas y fritas... una cosa ligera jeje.

Un pueblo cercano es Ripatransone, muy bonito, conserva algunas casas del siglo XV, con las típicas callejuelas empinadas y estrechas, tan estrechas tan estrechas que tienen la calle más estrecha de italia con sólo 43 cm. En la parte central además se pueden ver algunos palacios renacentistas y uno de los pocos teatros cuadrados que existen.




Viajando hacia el interior desde Roma, a unas tres horas de viaje por carreteras de montaña se llega a una zona carstica en el parque natural de la Maiella cuya principal atracción es la grotta dil cavallone.
La excursión comienza con un divertido telesférico que es una especie de jaula en la que caben sólo dos personas de pie y que no se para ni para subirse ni para bajarse. Las vistas son estupendas desde allí, se va viendo el valle y en la cima de la montaña la entrada a la gruta a la que se llega por unas serpenteantes escaleras.
Una vez en la gruta comienza la visita guiada de una hora, lo curioso es que es una gruta que ha sido visitada desde hace casi 200 años y entonces se ven las antiguas estructuras turísticas por las que se accedía. Por lo demás hacía frío frío, y bueno las estalagmitas y estalactitas siempre son curiosas de ver.
Los pueblos de los alredeores son de piedra y adaptados a las nevadas y a los esquiadores, así que tienen su encanto.



Lo que me resulta curiosos siempre que salimos de Roma es que en media hora puedes estar en medio de un bosque o en un pueblo que parece perdido.



Qui dove il mare luccica
e tira forte il vento
sul una vecchia terrazza davanti al golfo di Sorrento...


La costiera amalfitana une varios pueblos del sur de Nápoles, entre ellos Amalfi, siendo el más grande Sorrento. Se trata de una carretera llena de curvas en donde apenas entran dos coches y con unas vistas impresionantes.

Pero claro para recorrer la carretera se necesitaba un coche, y ahí empezó  "la aventura", bueno en realidad un ratito antes cuando recogí en el aeropuerto a Cris y Toñi.

Alquilar un coche es una tarea sencilla, siempre y cuando te quieran abrir la puerta de la oficina... el caso es que eran más de las 12 de la noche cuando intentamos recoger nuestro coche en en Hertz de Ciampino, coche previamente reservado. La oficina estaba cerrada, pero a través de la ventana veíamos claramente a un hombre que se estaba escondiendo detrás de la pantalla del ordenador. Fue surrealista, allí mirando por la ventana y saludándolo y el tío allí escondido... llamamos hasta a los carabinieri que tampoco salían de su asombro, en fin que nos tocó volver al día siguiente.

Ya con nuestro fiat 500 emprendimos el viaje al sur con un tiempo que no acompañaba mucho, la verdad. El primer objetivo era Ravello, un pueblo encaramado a una montaña y con unas vistas espectaculares al mar. Llegamos sin muchas complicaciones, excepto por las montañas de basura de los pueblos cercanos a Nápoles y por los cruces sin
señales, semáforos ni nada de nada en donde lo que cuenta para pasar es el contacto visual. No dejes de mirar nunca al enemigo con aire desafiante y pensando "ahora me toca a mí" y si puede ser no pongas el intermitente, demasida información. Es la misma técnica que para cruzar la carretera en Roma.

En Ravello empezó a llover, así que nos compramos unos impermeables de colorines que parecíamos las chicas de parchís o los power ranger jeje y ya con eso echamos el rato. Las vistas impresinonantes, y el pueblecito muy chulo con las calles empinadas y las casas de piedra.

La siguiente parada fue Amalfi, precioso también, un montón de callejuelas con pasadizos. En la plaza del pueblo (este no está en alto) hay una iglesia con una escalinata. El producto típico de la zona es le limoncelo y todo lo que tenga que ver con los limones. Es curioso porque por la forma en la que están plantados los árboles parecen vides.
Desde Amalfi seguimos por la costiera, el precipicio con el mar a a un lado y al otro la pared de roca de la montaña...una carretera en donde mejor no encontrarse con un autobús.
Pasamos por Positano, otro de los pueblos con vistas espectaculares, aquí no paramos porque era imposible aparcar.
Y finalmente llegamos a Sorrento, en donde un poco a las afueras estaba nuestro camping con una caseta que habíamos alquilado. El camping tenía unas vistas muy bonitas, pero por lo demás era super cutre.
Esa noche decidimos probar la vida nocturna asesoradas por un autóctono, eso sí que fue una aventura... el resumen de todo es que los italianos tienen mucho que aprender de la fiesta española.
Una anécdota divertida es que entramos en la zona vip de la que nos escabullimos al rato sin dar más explicaciones. Un día intenso.
Al día siguiente visitamos Sorrento que tiene dos partes, la parte alta con las calles turísticas, aunque bonitas y la parte baja con el puerto y lo que se podrían considerar playas pero que en realidad son una especie de embarcaderos en donde se puede alquilar la hamaca y todas las historias. Si es que no hay playas de arena, son todo precipicios.

Aunque el mar estaba bastante movido cogimos el ferri para ir a Capri, bueno las montañas rusas no tienen nada que envidiarle al recorrido que hicimos para llegar a la isla, vamos que cuando llegué de buena gana me hubiera quedado a vivir allí para siempre para no coger el ferry de vuelta... qué mareo!!!
Lo peor fue que no pudimos visitar la gruta azul ni nada porque había mucho oleaje.
Capri es una isla de turismo de ricos, la calle principal donde está el puerto de los ferris tiene muchas tiendas, un puertecito que tiene su encanto y poco más.

Y esto es lo que dio de sí la pequeña escapada (con otras muchas anécdotas), al día siguiente estuvimos en la playa-roca del hotel y de vuelta a Roma...

Ya en Roma un poco de turismo intensivo y por medio mi cumple!! que celebramos en casa con comida china :D

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