¿Viajes?

Tras semanas de espera debidas por un lado a los trámites administrativos  y por otro  porque era imposible cuadrar las fechas del tribunal, todo se ha resuelto finalmente y desde el 7 de febrero soy doctora!

Y como siempre que estoy un tiempo parada, comienzan los síntomas del gusanillo del viaje. Que se pueden resumir en:
-Cansinamiento a amigos-pareja sobre cuándo nos vamos a algún lado. De ahí generalmente se puede rascar poco ya que los astros nunca se alinean de forma que  se pueda coincidir  temporal y enconómicamente.
-Búsqueda compulsiva de vuelos, viajes, trenes... se comienza por ryanair y se termina con ideas peregrinas como viajes en tren por mongolia o una visita al perito moreno... super realista...
-Lectura de blogs de viajes. Envidia.
-Visita virtual de ciudades con google maps. En serio, qué gran invento, me hace gracia poder "pasearme" por sitios a miles de kilómetros en los que ya he estado.

En definitiva, la idea del viaje está, no creo que me anime a cruzar el charco de momento, pero alguna cosa caerá seguro. A parte del ya habitual Valencia-Roma que me conozco al dedillo.


Blog abandonado!

La  tesis me ha causado una alergia (esperemos que no permanente) a la idea de ponerme delante de la pantalla del ordenardor y escribir algo con un mínimo de sentido. Las escapadas han continuado, y en Roma, sobre todo por los alrededores he conocido nuevos e interesantes lugares además de por supuesto nuevas heladerías :D
Pero la tesis YA ESTÁ TERMINADA!!! así que los próximos viajecitos los iré documentando.


Al otro lado...

Atravesando los Apeninos se llega a la otra costa, al Adriático, y allí es donde fuimos a pasar unos días invitados por una amiga muy maja que a parte de hacernos de guía turística nos dejó una casa recién reformada a dos pasos de la playa para que controláramos que todo funcionaba correctamente :D

En concreto estuvimos en Cupra Marttima, un pueblo de turismo tradicional que aún conserva el encanto de las playas libres, los paseos en bicicleta y las callejuelas de piedra en la parte medieval con su castillo y todo.
Además de las excursiones en bici por la playa y por los frondosos montes vecinos, nos hemos dedicado fundamentalentalmente a vaguear en la playa y a comer, entre otras cosas las famosas olivas ascolanas, especialidad de la provincia de le Marche, unas olivas rellenas de carne, rebozadas y fritas... una cosa ligera jeje.

Un pueblo cercano es Ripatransone, muy bonito, conserva algunas casas del siglo XV, con las típicas callejuelas empinadas y estrechas, tan estrechas tan estrechas que tienen la calle más estrecha de italia con sólo 43 cm. En la parte central además se pueden ver algunos palacios renacentistas y uno de los pocos teatros cuadrados que existen.




Viajando hacia el interior desde Roma, a unas tres horas de viaje por carreteras de montaña se llega a una zona carstica en el parque natural de la Maiella cuya principal atracción es la grotta dil cavallone.
La excursión comienza con un divertido telesférico que es una especie de jaula en la que caben sólo dos personas de pie y que no se para ni para subirse ni para bajarse. Las vistas son estupendas desde allí, se va viendo el valle y en la cima de la montaña la entrada a la gruta a la que se llega por unas serpenteantes escaleras.
Una vez en la gruta comienza la visita guiada de una hora, lo curioso es que es una gruta que ha sido visitada desde hace casi 200 años y entonces se ven las antiguas estructuras turísticas por las que se accedía. Por lo demás hacía frío frío, y bueno las estalagmitas y estalactitas siempre son curiosas de ver.
Los pueblos de los alredeores son de piedra y adaptados a las nevadas y a los esquiadores, así que tienen su encanto.



Lo que me resulta curiosos siempre que salimos de Roma es que en media hora puedes estar en medio de un bosque o en un pueblo que parece perdido.



Qui dove il mare luccica
e tira forte il vento
sul una vecchia terrazza davanti al golfo di Sorrento...


La costiera amalfitana une varios pueblos del sur de Nápoles, entre ellos Amalfi, siendo el más grande Sorrento. Se trata de una carretera llena de curvas en donde apenas entran dos coches y con unas vistas impresionantes.

Pero claro para recorrer la carretera se necesitaba un coche, y ahí empezó  "la aventura", bueno en realidad un ratito antes cuando recogí en el aeropuerto a Cris y Toñi.

Alquilar un coche es una tarea sencilla, siempre y cuando te quieran abrir la puerta de la oficina... el caso es que eran más de las 12 de la noche cuando intentamos recoger nuestro coche en en Hertz de Ciampino, coche previamente reservado. La oficina estaba cerrada, pero a través de la ventana veíamos claramente a un hombre que se estaba escondiendo detrás de la pantalla del ordenador. Fue surrealista, allí mirando por la ventana y saludándolo y el tío allí escondido... llamamos hasta a los carabinieri que tampoco salían de su asombro, en fin que nos tocó volver al día siguiente.

Ya con nuestro fiat 500 emprendimos el viaje al sur con un tiempo que no acompañaba mucho, la verdad. El primer objetivo era Ravello, un pueblo encaramado a una montaña y con unas vistas espectaculares al mar. Llegamos sin muchas complicaciones, excepto por las montañas de basura de los pueblos cercanos a Nápoles y por los cruces sin
señales, semáforos ni nada de nada en donde lo que cuenta para pasar es el contacto visual. No dejes de mirar nunca al enemigo con aire desafiante y pensando "ahora me toca a mí" y si puede ser no pongas el intermitente, demasida información. Es la misma técnica que para cruzar la carretera en Roma.

En Ravello empezó a llover, así que nos compramos unos impermeables de colorines que parecíamos las chicas de parchís o los power ranger jeje y ya con eso echamos el rato. Las vistas impresinonantes, y el pueblecito muy chulo con las calles empinadas y las casas de piedra.

La siguiente parada fue Amalfi, precioso también, un montón de callejuelas con pasadizos. En la plaza del pueblo (este no está en alto) hay una iglesia con una escalinata. El producto típico de la zona es le limoncelo y todo lo que tenga que ver con los limones. Es curioso porque por la forma en la que están plantados los árboles parecen vides.
Desde Amalfi seguimos por la costiera, el precipicio con el mar a a un lado y al otro la pared de roca de la montaña...una carretera en donde mejor no encontrarse con un autobús.
Pasamos por Positano, otro de los pueblos con vistas espectaculares, aquí no paramos porque era imposible aparcar.
Y finalmente llegamos a Sorrento, en donde un poco a las afueras estaba nuestro camping con una caseta que habíamos alquilado. El camping tenía unas vistas muy bonitas, pero por lo demás era super cutre.
Esa noche decidimos probar la vida nocturna asesoradas por un autóctono, eso sí que fue una aventura... el resumen de todo es que los italianos tienen mucho que aprender de la fiesta española.
Una anécdota divertida es que entramos en la zona vip de la que nos escabullimos al rato sin dar más explicaciones. Un día intenso.
Al día siguiente visitamos Sorrento que tiene dos partes, la parte alta con las calles turísticas, aunque bonitas y la parte baja con el puerto y lo que se podrían considerar playas pero que en realidad son una especie de embarcaderos en donde se puede alquilar la hamaca y todas las historias. Si es que no hay playas de arena, son todo precipicios.

Aunque el mar estaba bastante movido cogimos el ferri para ir a Capri, bueno las montañas rusas no tienen nada que envidiarle al recorrido que hicimos para llegar a la isla, vamos que cuando llegué de buena gana me hubiera quedado a vivir allí para siempre para no coger el ferry de vuelta... qué mareo!!!
Lo peor fue que no pudimos visitar la gruta azul ni nada porque había mucho oleaje.
Capri es una isla de turismo de ricos, la calle principal donde está el puerto de los ferris tiene muchas tiendas, un puertecito que tiene su encanto y poco más.

Y esto es lo que dio de sí la pequeña escapada (con otras muchas anécdotas), al día siguiente estuvimos en la playa-roca del hotel y de vuelta a Roma...

Ya en Roma un poco de turismo intensivo y por medio mi cumple!! que celebramos en casa con comida china :D

Rome: The return

Bueno pues ya no sé si cuenta como viaje o como "otras cosas" el caso es que mi última estancia será en Roma. Este año con la tesis de por medio no se ha podido hacer más, así que mañana vuelvo a la ciudad eterna durante 4 meses. A comer helados, pizzas, visitar mis sitios favoritos... qué sufrimiento :D

Últimamente estoy en "modo tesis", por lo tanto viajes los justos aunque bueno alguna escapada ha caído como la de París, todo muy bonito, Mari Sol me llevó a un motón de sitios interesantes y visitamos al menos 200 tiendas, fuimos a un concierto de música de los balcanes y comimos crepes y cosas con mantequilla.

En fin...hay que viajar más y más lejos!!!

La primera vez estuve en Chicago fue a principios de julio, el día anterior había llegado al aeropuerto de O'Hare y había pasado la noche en un típico-cutre-motel de carretera, de los de moquetas de olor extraño, camas de dos metros y máquinas de hielo en los pasillos. El objetivo era simple, llegar a Clinton Station con el metro-tren y desde allí andando, porque en realidad estaba muy cerca, hasta Union Station.
Así que lo primero que vi de Chicago fue directamente el Loop presidido por  Sears Towers, el edificio más alto de occidente.
 
Y allí estaba yo, en medio de Chicago, con mis dos maletas, un mapa, el famoso viento y la mezcla de sensaciones que siempre me produce comenzar una nueva "aventura". Es curioso cómo recuerdo perfectamente el momento de la llegada a Australia, Roma y Chicago.
Pero esta primera visita quedó toda en sugestión porque lo que quería era llegar cuanto antes a mi destino final, Urbana-Champaign.
La siguiente visita, aunque también fugaz, dio mucho más de sí.
De lejos Chicago impone, pero una vez dentro es sólo gente, aceras, ruídos,escaparates, tráfico y si miras un poco más alto edificios gigantes.

Los rascacielos, será por la falta de costumbre, siempre me impresionan. Subimos al John Hancock Center en el que se puede tomar cómodamte un cóctel mientras se disfrutan de las vistas. Toda una experiencia.




 
Chicago es una ciudad emblemática, en cada rincón hay una historia y muchos de los edificios son hitos de la arquitectura moderna, no es difícil imaginar Chicago como el escenario de una novela negra cuando se camina bajo el loop, el tren elevado que aún conserva Chicago, o cuando se ve la cúpula desde la que Alcapone controlaba la ciudad.


 
Aquí van algunas fotos de las diferentes visitas.

 Millenium Park visto desde la antigua biblioteca de Chicago, el actual Chicago Cultural Center con una cúpula de Tiffany's muy bonita. A la izquieda se ve la estructura metálica diseñada por Frank Gehry en donde se hacen espectáculos y a la derecha está la famosa "habichuela" una esculura de un japonés en la que te puedes pasar un buen rato haciendo el tonto mientras te echas fotos.
También hay unas "fuentes" en las que se proyectan imágenes de caras de "chicaganenses" :D bastante curiosas.
Una de las mejores vistas de la ciudad es desde el Planetario.
Rodeando el lago Michigan hay un laaaaargo paseo que termina en Grant Park, donde se puede ver una de las fuentes más grandes del mundo y su espectáculo de luz y sonido.
Es curioso lo de las playas del lago porque son muy parecidas a las de aquí, familias ruidosas con las hamacas, neveras, las sombrillas, los niños que corren levantando arena y esos estadounidenses que no se ven por europa porque no hacen turismo fuera de su país. Esta está vacía porque era tarde.
La  playa  de arriba estaba al sur de Chicago, las del norte parecen más "chic". En cualquier caso los carteles que advierten de que los últimos análisis de cólera han sido negativos no dan mucha confianza...

En pleno agosto se puede estar en invierno... en una peli, sólo se necesita un poco de lluvia que sale de aspersores colocados en unas gruas super altas y los figurantes que usan gabardinas y paraguas.
En otra ocasión fui a pasar el día con Guiomar, estuvimos haciendo shopping porque de repente era otoño y hacia frío para el turismo :D


Y el último día, ya a punto de coger el avión de vuelta,  en el parque Lincoln, una tarde de otoño de viento frío y oleaje en el lago. Me quedé en un albergue muy chulo en un barrio de casas bajas, como la de Carrie de Sexo en Nueva York. Los albergues tienen su punto, si estás un rato en el hall siempre viene alguien con quién hablar.  Y esa fue la despedida de Chicago.

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